Los 16 tipos de personalidad son únicos, y cada grupo se define por sus rasgos y las tendencias de comportamiento asociadas. Basado en estadísticas, el análisis de personalidad permite describir y evaluar con precisión a las personas. Pero existe una diferencia entre tipificar personalidades —una herramienta muy útil en muchos ámbitos de la vida— y estereotipar, lo cual puede ser perjudicial. Comprender esta diferencia es importante por razones de equidad, precisión y utilidad. Veamos cómo se diferencian los tipos de personalidad de los estereotipos.
Probabilidades frente a certezas
Un estereotipo asume que una persona se ajusta a una regla general. Por ejemplo, se cree que los Introvertidos no disfrutan salir, prefieren estar solos, son tímidos al conocer gente nueva, etc. Estas creencias pueden influir en situaciones reales, como cuando se excluye a un Introvertido socialmente basándose en esas suposiciones. “Sam es Introvertido y los Introvertidos no salen, así que no invitamos a Sam a salir.”
La tipificación de personalidad, en cambio, reconoce que, aunque en general los Introvertidos pueden ser menos sociables que los Extravertidos, esto es relativo. La mayoría de los Introvertidos disfruta, en cierta medida, salir con amigos, conocer gente nueva y asistir a reuniones sociales. Puede que sean menos propensos que un Extravertido a aceptar todas las invitaciones sociales, pero aún así lo hacen de vez en cuando y, en cualquier caso, agradecen la oportunidad.
En la vida real, la realidad de la Introversión es a menudo matizada y requiere más comprensión de la que permiten los estereotipos simplistas. Lo mismo ocurre con todos los rasgos y tipos de personalidad: sus tendencias asociadas pueden ser probables, pero no siempre consistentes de una persona a otra, o de una situación a otra. Los estereotipos son imprecisos y demasiado extremos para resultar útiles.
Identidad frente a percepción
Otra diferencia entre los estereotipos y los tipos de personalidad radica en su origen. Un estereotipo es una etiqueta asignada desde una fuente externa, y puede reflejar más los prejuicios de quien lo aplica que las cualidades de quien lo recibe. Los estereotipos son limitantes porque solo incluyen lo que percibe el observador, sin considerar lo que ocurre internamente. Incluso si el sesgo es mínimo, una evaluación de este tipo probablemente será, en el mejor de los casos, incompleta.
La tipificación de personalidad, en cambio, se basa en el reconocimiento personal y en una evaluación objetiva de pensamientos, sentimientos, valores y creencias internos, además de medir comportamientos más visibles desde el exterior. El tipo de personalidad de alguien es tanto una revelación como una evaluación, ya que implica conciencia y participación activa en la definición de uno mismo. La tipificación de personalidad incluye elementos clave de autoconocimiento e identidad, no únicamente percepciones externas.
Así que, en la práctica, tratar a las personas según estereotipos equivale a someterlas a juicios externos limitados. Es esencialmente una declaración unilateral: “Esto es lo que creemos que eres en función de cómo te percibimos.” Pero al acercarse a alguien desde la perspectiva del tipo de personalidad, se convierte más en un diálogo mutuo que incluye aspectos auténticos, internos y autoidentificados de esa persona. Es más parecido a una conversación que a una sentencia.
Unir frente a dividir
Los estereotipos y los tipos de personalidad suelen utilizarse de maneras muy distintas. Como absolutos simplistas que tienden a reflejar sesgos, los estereotipos actúan con frecuencia de forma negativa. Pueden menospreciar o descartar a otros al no reflejar ni respetar quiénes son realmente. Los estereotipos fomentan barreras entre las personas, lo cual puede derivar en procesos de “otredad”.
Pero dado que es mucho más matizado, veraz e inclusivo respecto a la conciencia e identidad de cada uno, el análisis de personalidad permite que las personas se comprendan mejor entre sí. Amplía y humaniza las percepciones y mejora las interacciones de manera positiva. Esto puede fomentar la comunicación, el respeto y la empatía, lo que convierte a la tipificación de personalidad en una excelente herramienta para acercar a las personas.
De manera muy concreta, la diferencia entre estereotipos y tipos de personalidad puede reducirse a una cuestión de creencias frente a hechos. Los estereotipos suelen reforzar percepciones falsas e ignorancia, mientras que los tipos de personalidad tienden a revelar verdades auténticas. Los primeros pueden impedir la compatibilidad; los segundos, en cambio, suelen destacarla. Estereotipar puede ser una reacción comprensible basada en ciertos instintos humanos básicos, pero no en los que representan lo mejor de nosotros.
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